En plena Edad Media se produce “La
Querella de las Investiduras” una lucha de poder o “Juego de Tronos” entre el
Papado y los Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico que tiene su origen en el conflicto entre el Papa
Gregorio VII y el emperador Enrique IV y en la que Juan de Salisbury trató de
establecer una posición intermedia.
Imagen procedente de entrehistorias.com
En la Edad Media se establecen
una serie de intereses contrapuestos, por un lado está el “Alto Clero” que actúan
más como señores feudales que como sacerdotes y ven una amenaza a sus poderes
la centralización que se quiere llevar a cabo de la Iglesia en Roma. Esta misma
centralización es vista como un desafío a su poder por las Autoridades
Imperiales.
Según el Derecho romano y, en
concreto, la legislación del emperador Justiniano se establecía que el
Emperador tenía poder tanto sobre los asuntos de gobierno como sobre la
Iglesia. Sin embargo el Papado decide entremeterse en los asuntos civiles y
para ello trata de establecer una doctrina que apoye su supremacía sobre otras
diócesis y gobernantes.
La doctrina de la supremacía del Papado se establece en base a una interpretación de las referencias bíblicas a
las dos espadas, considerando que hacen referencia al poder político y al
eclesiástico y a la conocida como “Donación de Constantino” (una supuesta
entrega del poder político al Papa por parte del Emperador Constantino).
Con estas referencias se establece la “Dictatus Papae” con 3 afirmaciones: todos los príncipes deben besar los pies del Papa, el Papa puede deponer emperadores y puede promulgar nuevas leyes. Esto provocó acusaciones desde la Corte Imperial contra el Papa de suplantación del poder imperial.
Diferentes autores de la época
escribirán sobre el tema. El anónimo de York hablará sobre la superioridad del
Rey sobre el Papa. Otro anónimo señala que, el poder espiritual de la Iglesia, es
solo para perdonar los pecados. Hugo de Fleury establece una distinción entre
los asuntos temporales y espirituales y que el Príncipe solo está sujeto al
poder de la Iglesia como cristiano. Honorio de Autun habló de dos poderes
coordinados y que el sacerdote está por encima del Poder Civil por razón del
cargo.
En la segunda mitad del s. XII
nos encontramos a Juan de Salisbury, clérigo inglés que estudió en Francia Filosofía, Teología y Humanidades, fue secretario de Tomás
Becket, durante su periodo como Arzobispo de Canterbury, y posteriormente llegaría a ser obispo de Chartres.
Su principal obra es “Policraticus”,
donde señala que el gobernante debe contar con formación y que la Sociedad
Civil es como un cuerpo humano: los pies, los trabajadores; las manos, los
soldados; el vientre, la administración de finanzas; la cabeza, el Príncipe; el
corazón, un Senado; y el alma, la religión.
Aunque establece que la religión
es el alma de la Sociedad, Juan de Salisbury considera que las decisiones del
Príncipe no deben estar sujetas a la aprobación de la Iglesia sin embargo deben
basarse en las enseñanzas de la misma. Expone que el Príncipe está sometido a
la Ley, por amor a la equidad y la justicia, para conseguir “el bien de la
república”.
Considera que el Tirano es el
mayor de los crímenes públicos porque considera que su voluntad está por encima
de la Ley, no respeta los derechos de la Sociedad y perjudica a la Comunidad, pero para cometer Tiranicidio hace falta el permiso de Dios.
Bibliografía
Barcala Muñoz, A., “La Edad Media, en Vallespín, F. (ed.),
Historia de la Teoría Política, Volumen 1, Alianza Editorial, Madrid, 2002.
Wikipedia, Querella de las Investiduras, (Disponible en https://es.wikipedia.org/wiki/Querella_de_las_Investiduras
)
Wikipedia, Juan de Salisbury, (Disponible
en https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_Salisbury
)
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