Hace 500 años, en 1517, Erasmus
escribía su libro “Querela Pacis” (Lamento de la Paz). Un libro que recoge sus
lamentos sobre los conflictos en Europa, porque la paz es más deseable a la guerra
y cómo conseguirla en Europa.
Erasmo o Erasmus de Rotterdam, la persona que da nombre al conocido programa Erasmus, nació en Gouda, ciudad cercana a Rotterdam, Países Bajos (entonces Flandes) entre 1467 y 1469 y murió en
1536 en Basilea. Su nombre original era Gerrit Gerritsz pero decidió llamarse a
sí mismo Erasmo de Rotterdam. Pensador y teólogo. Hijo de un clérigo y una
burguesa, se quedó huérfano muy joven y sus tutores lo entregaron junto a sus
hermanos a un monasterio. Con entre 16 y 18 años desarrolló la afición por la lectura
de textos clásicos y del perfeccionamiento del latín.
En 1492 fue ordenado sacerdote,
pero al año siguiente lo dejó para viajar. Comienza en 1495 a estudiar Teología
en La Sorbona de París. Realizará su primer viaje a Inglaterra en 1499, en ese
viaje conocerá a Tomás Moro y juntos traducirán los “diálogos” de Luciano.
Entre 1500 y 1505 será profesor
en Lovaina, volverá a viajar a Inglaterra y realizará viajes por Italia (Turín,
Roma, Venecia y Bolonia).
Se instala en Londres en 1509 y
redacta una de sus obras más conocidas “Elogio de la Locura”. Viajará a
ciudades donde está teniendo éxito la nueva tecnología de la época, la
imprenta. Viajes donde conocerá a otros humanistas y a promotores de la
reforma.
Durante su estancia en Basilea en
1514 conocerá a uno de sus principales editores, Juan Froben. Años más tarde
será nombrado consejero de Carlos V para él que escribirá: “Institutio
principis christiani”.
Mientras Martin Lutero colgaba
sus famosas 95 tesis en las puertas de la Iglesia del Castillo de Wittenberg,
Erasmo vuelve a Lovaina y publica el “Querela Pacis”. En 1521 viajará a Colonia
y Basilea y entre 1529 y 1535 vivirá en Friburgo. Moriría al año siguiente en
Basilea.
De sus relaciones con humanistas destacan las que mantuvo con
Martin Lutero con quién compartía intereses reformistas, con Luis Vives
compartía formación y mantuvo una amistad por correspondencia y a Francisco de
Vitoria le pidió su apoyo en la defensa de sus escritos en el debate que se
generó al respecto en España entre 1522 y 1527, sin embargo, este apoyó la prohibición
de los libros de Erasmo.
Desde la caída del Imperio Romano
el continente europeo se encuentra lleno de conflictos y guerras entre
gobernantes e incluso entre diferentes credos dentro del cristianismo.
Erasmo considera que “la guerra,
ella sola, es como un océano de todos los males de la naturaleza” (Pág. 54) y
envidia la actitud de otras especies “los vivientes privados de razón viven,
cada uno en su especie, en armonía y concordia” (Pág. 55)
El ser humano, aun siendo el único
animal dotado de razón, sería también el único que buscaría su propia
destrucción (Pág. 59) y lamenta que siempre se encuentra con riñas, discordias
y guerras ya sea entre el pueblo, entre príncipes, entre eruditos o entre
religiosos.
Señala lo poco cristiano de esa
actitud utilizando ejemplos de paz de la Biblia como el sobrenombre de Salomón
(pacificador) (Pág. 67) o el mandamiento de Cristo “Que os améis los unos a los
otros como yo os he amado” o “Mi paz os doy, mi paz os dejo” (Pág. 69).
Además, expone sus dudas como puede
compartirse un padre, “Dios”, (Haciendo referencia al comienzo de la Oración
“Padre Nuestro”) y estar dispuesto a matar a tus hermanos al mismo tiempo (Pág.
70). En páginas posteriores critica las
guerras en nombre de la cruz entre cristianos (Pág. 77-87).
Después expone los beneficios de
la Paz con respecto a la guerra “difícilmente habrá una paz tan injusta que no
sea mejor que la guerra más justa” (Pág. 87) como la prosperidad, la felicidad y el
desarrollo de la paz frente a la destrucción, la desolación y la ruina que supone la guerra.
Para Erasmus el gobernante, el
príncipe, ejerce un “oficio público” por lo que su objetivo debería ser el
interés público y ello implica la paz (Pág. 100). Ya que la guerra solo trae
prosperidad y felicidad a unos pocos y por ello el pueblo pediría la paz (Pág.
107).
Para acabar las guerras desde la
raíz realiza cuatro propuestas para la Paz:
- El establecimiento de arbitrajes internacionales que resuelvan
los conflictos (Págs. 87-88).
- La unidad de los gobernantes por “sincera y pura
amistad” y para conseguir “obras meritorias para la humanidad” (Pág. 91).
- La
eliminación de las fronteras como motivo de disputa ya que todos seríamos seres
humanos con independencia de dónde hayamos nacido y “el mundo es la patria
común para todos por igual” (Págs. 95-96).
- Compartir la soberanía y cooperar con otros gobernantes, “piensas
que renuncias un poco a tu majestad si tratando con el príncipe vecino, y quizá
pariente y amigo, que tal vez te ha beneficiado en otras ocasiones, cedes un
poquito de tu derecho. Pero cuando más vilmente relajas tu majestad, mientras,
a menudo, eres obligado a aplacar con dinero a ejércitos bárbaros y a las más
baja hez de criminales que nunca se sacia” (Pág. 99-100)
Bibliografía
Rotterdam, Erasmo (de)
(2009[1517]), “Lamento de la Paz (Querela Pacis)” (versión traducida por Luis
Frayle Delgado). Trilce Ediciones. Salamanca.
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