Hoy, 12 de junio de 2015, se
cumplen 30 años de la firma del Tratado de Adhesión de España a la entonces
Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea. Tres décadas que han supuesto una serie de
cambios para nuestro país.
Imagen procedente de exteriores.gob.es
La integración española en Europa
es un proceso que comenzó con el acuerdo de asociación de 1970. Un proceso en el
que España necesitaba democratizarse para entrar, cómo se había pedido unos
años antes desde el llamado “contubernio de Múnich”. Con Franco muerto el país
pudo iniciar una Transición democrática que permitió al país presentar en 1977 su
candidatura para entrar.
Desde 1977 hasta 1985 se pasó por
una etapa de negociación dura y larga porque desde Europa se querían reducir
los fondos que se daban a España por el acuerdo de asociación, se pedían la
reconversión o modernización de determinados sectores económicos y el
establecimiento de cuotas lecheras y de pesca para salvar las reticencias de
países como Francia que veían en España a un competidor, mientras desde el
gobierno español se defendía mantener las condiciones del Acuerdo de Asociación.
Una vez dentro, España tuvo que
realizar una serie de cambios en Industrias que tenían que desmantelarse o
modernizarse, los sucesivos gobiernos del país optaron por la primera opción utilizando
a Europa como excusa, decisiones que afectaron a regiones como Asturias que
tenían una fuerte dependencia de algunas de esas industrias, en el caso
asturiano de la minera.
Esto era necesario porque eran
industrias que estaban ya obsoletas y que no resultaban rentables, sin embargo
es el gobierno de España el que decidió desmantelarlas, algo que por esos
mismos motivos debería haber tenido que hacer de no estar en la Unión Europea,
pero que resultó menos duro al recibir fondos europeos que permitieron la
reconversión del sector e impulsar otros sectores económicos.
Además de recibir fondos europeos
que han permitido grandes inversiones en Infraestructuras, colegios y
hospitales y financiar programas de formación para desempleados, también sirvió
para que en España se cambiase el modo de gestión porque la recepción de esos
fondos llevó al establecimiento de unos objetivos y una planificación
plurianual.
A pesar de los beneficios que ha
supuesto Europa aumentó la desconfianza de los ciudadanos españoles hacia la
misma en los últimos años porque los sucesivos gobiernos del país se dedicaron
más a utilizarla como excusa de sus políticas que a comunicar los beneficios
obtenidos.
Y España no solo ha sido un
testigo, sino un actor importante dentro del proceso de transformación de Europa
hacia una Unión Política: ciudadanía europea, aumento de poder del Parlamento Europeo, el Euro, la elección del Presidente de la Comisión Europea,…
Ahora es el momento de mirar
hacia adelante y seguir siendo parte activa en los cambios que necesita Europa
como: establecer una política europea de migración; establecer otros elementos
para medir la cohesión además del PIB; afrontar una reforma institucional que
dote de más control democrático al Parlamento Europeo y le permita una mayor
cooperación con los parlamentos nacionales; y comunicar más en que beneficia a
los ciudadanos las políticas europeas y menos las normativas europeas.
Por ello, aunque Europa necesita
mejorar, es innegable que ha hecho cosas buenas que han tenido una gran
influencia en el crecimiento económico de España durante estos 30 años.
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